miércoles, junio 17, 2009

La evolución de la conciencia



Ubiquémonos en una pirámide. Cambiemos la riqueza material por la conciencia y las actividades de los hombres por criterios y el sentido de la reflexión. Ya con la piramide concebida y que, como tal, la base es siempre mucho mas amplia que su cúspide, comencemos por el nivel base : La conciencia animal. Comida y sexo. Mas allá de la comida : lo material. Todas o la mayoría de sus decisiones giran en torno a estas necesidades. Buscan una satisfacción instintiva. Divinizaron el dinero. Estas personas son las que roban, especulan, violan y destruyen el medio ambiente, carecen de caridad. Un poco más arriba y por consiguiente en un numero mas reducido tenemos a la conciencia infantil, tal y como son los niños, este tipo de conciencias se vuelven consumidores compulsivos y se llenan de objetos inútiles, protagonistas de dramas emocionales con sus hijos, padres ausentes, personas superficiales que viven pidiendo para sí quejándose de sus propias decisiones y culpando siempre a los demás por sus frustraciones. Eminentemente egoístas.

Después tenemos a los románticos, toda solución está en encontrar la pareja ideal y vivir en una entera fusión. Tienen una visión rosa del mundo exacerbada por el cine, las telenovelas, las canciones y las modas. Añoran los matrimonios pero su limitada percepción hace que estos terminen en divorcios. Suelen cambiar la sinceridad por mentiras seductoras; los personajes de este piso suelen ser rufianes disfrazados de príncipes , amantes con impulsos asesinos o mujeres superficiales que suelen amar demasiado.

En el siguiente piso tenemos a la conciencia adulta : desde muy niños son metódicos, aprenden a saberse administrar y a ser responsable y no dejarse embaucar por falsas promesas. Ante la eterna lucha por la prosperidad económica, científica o intelectual, son presa fácil del egoismo, o de convertirse en explotador o abusador de los niveles inferiores. Será inmune a la conmoción del sufrimiento ajeno.

En el siguiente piso, y , en un número sumamente reducido empezamos a apreciar a un verdadero ser humano. La conciencia social-planetaria se produce cuando el yo se une a nosotros y se establece fuertes lazos con la naturaleza. El sacrificio ante los demás es una de sus virtudes, el desprendimiento voluntario de los bienes adquiridos le conduce a una fácil adaptación ante situaciones difíciles. Lo que sucede al otro lado del planeta le concierne, el hambre o la contaminación le quita el sueño. La enfermedad social lo convierte en terapeuta. Como todo nivel es momentáneo, estos seres humanos brillantes deben seguir su ascención. La conciencia cósmica es el nivel mas alto. En este nivel se comprende lo efímero de la materia, aqui se supone que comienzan las primeras evocaciones de lo divino, de lo infinito, de la iluminación y ante estas epifanías, entienden que cualquier problema cotidiano carece de importancia. Generalmente andan sin posesiones, errantes en el camino, maestros sabios que se inclinan ante las leyes universales, estas personas se entrégan a la vacuidad tal y como Cristo se entregó a la crucificción, encuentran la paz y no tienen ningun cuestionamiento ni necesidad, saben su conciencia se volverá imperecedera bajo cualquier forma.

Conciencia Divina ...

La vida y, -como decia Castaneda- el reino que domina las decisiones de los hombres, nos dejan en esta suerte de peldaños evolutivos. Ningún piso es absoluto. Podriamos encontrar a verdaderos adalides de la humanidad rodeados de inmundicia, o gurús charlatanes con doble vida deleitándonos desde altos balcones. Cada uno puede llegar a su propósito y para eso precisamente es que debemos utilizar nuestra vida.

Cuando el ser humano decide llevar a cabo su propósito, y aún a sabiendas de que sufrirá toda clase de tribulaciones por parte de la sociedad, familia o de pareja, y que habiendo cambiado una vida tranquila, normal y sin cuestionamientos persiste, es ahi donde el individuo se convierte en un ser humano auténtico.

Alejandro Jodorowsky. Tomado de "Evangelios para sanar" DEBOSILLO 2008.

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