· Nuestro bien y nuestro mal no existen más que en nuestra voluntad.
· Debes apartar tus temores de las cosas que por no depender de ti son inevitables y colocarlos en aquellas que de ti dependan.
· Si eres tan loco como para desear algo que no esta en tu poder alcanzar, es señal evidente de que aun no estas en estado de conocer aquello que se debe desear.
· Para alcanzar esta libertad solo hay un camino, el desprecio de las cosas que no dependan de nosotros.
· Los hábitos contraídos no se corrigen sino con hábitos opuestos.
· La verdadera libertad consiste en querer que las cosas sucedan, no como se te antoja, sino como suceden.
· No consiste la libertad en adquirir y gozar, sino en no desear.
· Es preciso que pongamos nuestra voluntad en estado de aceptar y acomodarse a todo cuanto nos ocurra y a todo cuanto deje de ocurrirnos.
· No desees sino aquello que de ti dependa.
· Lo que perturba a los hombres no son precisamente las cosas, sino la opinión que se forman de ellas.
· Tu hijo y tu amigo han partido; se han marchado, y lloras su ausencia. ¿Ignorabas, acaso, que el hombre es un simple viajero? Sufre, pues, la pena de tu ignorancia.
· Todos tememos la muerte del cuerpo. Pero la del alma ¿quien la teme?
· Acusar a los demás de nuestras adversidades, es propio de ignorantes; culparnos de ellas a nosotros mismos es señal de que empezamos a instruirnos; no culparnos a nosotros mismos ni a los demás, he aquí lo propio de un hombre ya completamente instruido.
· Tenemos un gran parecido con aquellos avaros que, no obstante disponer de abundantes medios, viven flacos y extenuados por no alimentarse debidamente.
· No hay que tener miedo de la pobreza, ni del destierro, ni de la cárcel ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo.
· Nada grande se realiza de golpe, ni una manzana ni una uva. Aguarda a que nazca, a que crezca, a que madure; da tiempo al tiempo. Y si esto es lo que ocurre con los frutos de la tierra, ¿quieres que el espíritu de sus frutos de repente?
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El presente texto ha sido extraído de sus "Máximas", contenidas en el libro Los estoicos, publicado por Ed. Bergua, Madrid, 1963, traducido por Juan Bergua.
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